martes, 29 de marzo de 2011

Semana 4/4: Literatura escandinava

Este es el material que vamos a leer en clase la semana que viene. Saludos!

LITERATURA ESCADINAVA (De “Literaturas germánicas medievales. Autor: Borges).

De las literaturas germánicas medievales la más compleja y rica es incomparablemente la escandinava. Lo que al principio se escribió en Inglaterra o en Alemania vale, porque en buena parte prefigura, o porque imaginamos que prefigura, lo que se escribiría después; en las elegías anglosajonas presentimos el movimíento romántico y en El Cantar de los Nibelungos los dramas musicales de Wagner. En cambio, la antigua literatura nórdica vale por cuenta propia; quienes la estudian pueden prescindir de la evocación de Ibsen o de Strindberg. Esta literatura se produjo en Islandia, principalmente; conviene conocer las razones históricas que hicieron de esta isla remota, la Ultima Thule de los romanos, la salvación y el último refugio de la antigua cultura pagana.
A fines del siglo IX, Harald Harfagar (Harald del hermoso cabello), señor de uno de los treinta cantones en que estaba dividida Noruega, quiso tomar por esposa a la hija de otro pequeño rey. Ella le dijo que no se casaría con él hasta que él no hubiera hecho de Noruega un solo reino. Harald juró no cortarse el pelo ni peinarse hasta haber sometido todos los reinos, y al cabo de diez años de guerra no quedó en Noruega otro rey, y Harald recordó su juramento  escribe Snorri Sturluson  y mandó que uno de sus condes le cortara el pelo, y fue apodado Harald Harfagar y se casó con la ambiciosa muchacha. Harald tuvo, por lo demás, otras mujeres, porque la poligamia era privilegio de las casas reales de Escandinavia.
Para no soportar su tiranía, muchos noruegos emigraron a Islandia. Llevaron armas, herramientas, útiles de labranza, hacienda, caballos. Fundaron una especie de república, gobernada por una asamblea general, el Althing. El país era pobre; la agricultura, la pesca, la piratería fueron las ocupaciones comunes. No eran incompatibles; ser un pirata, ser un viking, era cosa de caballeros. Ya existían reinos escandinavos en Irlanda y en Rusia; en el siglo X, Groenlandia fue descubierta y colonizada por navegantes de esa estirpe; en el siglo XI descubrieron el continente americano. América recibió el nombre de Vinland (Tierra de Viñedos, Tierra de Vino); Groenlandia, Grönland (Tierra Verde), tal vez se llamó así para atraer colonos. Se creyó que esos países eran parte de Europa, y el descubrimiento de América no tuvo mayor importancia.
Diseminados por el mundo se encuentran epitafios de vikings, en piedras rúnicas. Uno es así:
«Tula erigió esta piedra a la memoria de su hijo Harald, hermano de Ingvar. Partiernon virilmente, fueron muy lejos y saciaron al águila en Oriente. Murieron en el sur, en España.»
Otro dice:
«Que Dios se apiade de las almas de Orm y de Gunnlaug, pero sus cuerpos yacen en Londtes.»
En una isla del Mar Negro se halló el siguiente:
«Grani erigió este túmulo en memoria de Karl, su compañero.»
Este fue grabado en un león de mármol que estaba en el Pireo y fue traslalado a Venecia:
«Guerreros labraron las letras rúnicas... Hombres de Suecia lo pusieron en el león.»
Los fundadores de Islandia eran exiliados; distrajeton sus ocios con juegos atléticos y su nostalgia con las tradiciones de la estirpe. Inventaron un deporte singular, que no se ha dado en el resto del mundo: la riña de potros, que peleaban a coces y dentelladas, a la vista de las yeguas.
Produjeron una vasta literatura, en verso y en prosa. A diferencia de lo que pasó en reinos de Inglaterra y de Alemania, la nueva fe cristiana no enemistó a los hombres con la antigua. Esta fue siempre parte de su nostalgia.
Se refiere, así, que a la corte de Olaf Tryggvason, que se había converrido a la nueva fe, llegó una noche un hombre viejo, envuelto en una capa oscura y con el ala del sombrero sobre los ojos. El rey le preguntó si sabía hacer algo; el forastero contestó que sabía tocar el arpa y contar cuentos. Tocó en el arpa aires antiguos, habló de Gudrun y de Gunnar y, finalmente, refirió el nacimiento de Odín. Dijo que las tres Parcas vinieron, que dos de ellas le prometieron grandes felicidades y que la tercera dijo, colérica: «El niño no vivirá más que la vela que está ardiendo a su lado.» Entonces los padres apagaron la vela para que Odín no muriera. Olaf Tryggvason descreyó de la historia; el forastero repitió que era cierta, sacó la vela y la encendió. Mientras que la miraban arder, el hombre dijo que era tarde y que tenia que irse. Cuando la vela se hubo consumido, lo buscaron. A unos pasos de la casa del rey, Odín había muerto.
La composición inicial de la Edda Mayor es la Voluspa, Profecía o Visión de la Sibila. Ker habla de la sublimidad de ese gran poema y lo juzga el ápice de la antigua poesía germánica.
Tácito ha escrito que los germanos atribuían a las mujeres virtud profética; en la Voluspa, un dios, Orlín, interroga a una sibila, una volva, sobre el destino de los dioses y de la tierra. Según Vigfusson, la sibila está muerta y resucita para profetizar. Se trataría de una escena de necromancia o de adivinación por los muertos, semejante a la que registra el undécimo libro de la Odisea. La escena parece ocurrir en una asamblea de los dioses. La sibila empieza por recordar un tiempo anterior a la arena, anterior al mar, a la tierra, al cielo superior, al pasto. Ya existe el sol, pero no sabe dónde queda su casa, las estrellas ignoran sus caminos, la luna no sabe su poder1. La sibila ve congregarse a los dioses y dar nombres a la noche, a la mañana, al mediodía, al crepúsculo de la tarde y a las divisiones del año. Luego los dioses llegan a una pradera y ahí construyen altares y templos y herrerías en las que forjan herramientas de oro hasta que llegan tres vírgenes poderosas, hijas de Trolls o de gigantes, de Jotunheim, que es una región al noroeste, donde el océano toca el borde del mundo. Se ha conjeturado que esas vírgenes son las Parcas, que llevan los nombres del Pasado, del Presente y del Porvenir.
Los dioses hacen con árboles la primer pareja humana. La sibila ve después el fresno Yggdrasill. Nadie conoce las raíces y la copa se extiende sobre la tierra. En el tronco hay una sala donde están las tres Parcas, las Nornas; ese árbol, en otros cantos de la Edda Mayor, es una suerte de mapamundi mitológico; bajo una raíz está el mundo de los muertos; bajo una segunda, el mundo de los gigantes; bajo una tercera, el mundo de los hombres. En la copa hay un gallo de oro, o un águila, o un águila con un halcón entre los ojos. Bajo la raíz hay una serpiente; una ardilla trata de enemistarla con el águila y corre de arriba abajo llevando chismes; estos pormenores decorativos o paródicos son posteriores. La sibila ve batallas y guerras en que son vencedores los dioses, pero al fin de los dias llega «un tiempo de hachas, un tiempo de espadas» y también «un tiempo de tempestades, tiempo de lobos». Antes, un gallo con la cresta de oro (Gullinkambi) ha despertado a los héroes; otro, del color de la herrumbre, a los muertos; otro, a los gigantes. Este es el Crepúsculo de los Dioses (Ragnarök). Fenrir, lobo amordazado por una espada, rompe su milenaria prisión y devora a Odín. Zarpa la nave Naglfar, hecha de uñas de los muertos. (En la Snorra Edda se lee: «no hay que permitir que alguien muera con las uñas sin cortar, pues quien lo olvida apresura la construcción de la nave Naglfar, temida por los dioses y por los hombres».) La serpiente mundíal (Midgardsorm) que, hundida en el mar, rodea, mordiéndose la cola, la tierra, lucha con Thor, que al fin le da muerte. Los dioses combaten contra los gigantes glaciales. Los gigantes quieren escalar el cielo, subiendo por el arco iris, que se rompe. El sol se oscurece, la tierra se anega en el mar, del firmamento caen las claras estrellas.
La sibila hace un esfuerzo último y ve la tierra que resurge y los dioses que vuelven a la pradera, como al principio, y encuentran las piezas de ajedrez en el pasto y hablan de las batallas que fueron.
En esta prodigiosa visión de la historia universal se trata de los orígenes y del fin; nada se dice del presente, ni de la suerte de los hombres. Dame Bertha Phillpotts conjetura que la sibila, arrebatada por los trágicos esplendores de la batalla de los dioses y de los gigantes, ha olvidado la humanidad y su propio destino. En el venturoso fin se ha creído ver el influjo del cristianismo; quizá los germanos primitivos creyeron que el universo acabaría mal. El pasaje sugiere una repetición cíclica de la historia; el concepto de un universo que se desenvuelve en ciclos análogos y ascendentes es típico de las cosmogonías de Indostán; el concepto de un universo que se desenvuelve en ciclos idénticos y en el que infinitamente renacen los mismos individuos y cumplen un mismo destino fue doctrina de los pitagóricos y de los estoicos.
Otro famoso monólogo de la Edda Mayor es la Havamal, serie de sentencias de Odín, sacadas de cinco o seis fuentes distintas. Algunas son de índole popular y enseñan astucia; otras exhortan a la virtud:
«Muere el ganado, mueren los parientes, uno mismo muere; hay una sola cosa que no muere: la buena fama del muerto.»
De muy distinto carácter son las estrofas (138 141) en que refiere el dios cómo fue sacrificado a sí mismo para descubrir las runas y la sabiduría encerrada en ellas:
«Sé que pendí del árbol que movía el viento, durante nueve noches: herido de lanza, sacrificado a Odín, yo mismo a mí mismo: sobre el árbol de raíces desconocidas.
»No me dieron un cuerno para beber, no me dieron pan. Miré hacia abajo, recogí las runas; gimiendo las recogi, caí al suelo.
»Nueve canciones mágicas aprendí del famoso hijo de Bolthorn, padre de Bezla, y bebí la hidromiel.
»En mí crecieron la sabiduría y el conocimiento; medré y me sentí bien; una palabra y la siguiente me dieron la tercera; un acto y el siguiente, el tercero.»
Una divinidad que se sacrifica, una divinidad herida de lanza y pendiente de un árbol, sugiere invenciblemente a Jesús; también es lícito conjeturar que ambos mitos, el cristiano y el nórdico, tienen una fuente común. Se sabe que era costumbre sacrificar caballos y hasta hombres a Odín; los colgaban de un árbol y los atravesaban con una lanza. Quizá el poema refleja de algún modo una ceremonia de iniciación; quienes morían, verdadera o figurativamente, como Odín, se convertían en Odín. En las mitologías germánicas, Odín correspondería a Jehová o a Júpiter, si bien los romanos, guiados por el ejemplo de Tácito, lo hicieron corresponder a Mercurio, y así, en inglés, el día de Mercurio, el miércoles, se llama Wednesday, Woden's day, día de Odín. La asimilación de Odín a Mercurio se justifica por la astucia de aquél.
La pieza que se titula Baldrs draumar (Los sueños de Balder) tiene en su forma alguna afinidad con la Voluspa. Balder, hijo de Odín y de Frigg, ha soñado sueños atroces; Odín monta en su caballo moro Sleipnir, que tiene ocho patas, y desciende al infierno. Un perro ensangrentado le sale al encuentro; Odín llega a una puerta que está del lado del poniente y dice unas palabras mágicas. En el fondo de un túmulo se despierta una hechicera muerta; se queja, pero Odín la obliga a descifrar el sueño de su hijo. La hechicera lo hace con palabras oscuras; está cansada y quiere regresar a la muerte. Baldrs draumar fue vertido al inglés por Thomas Gray en 1761. Esta versión incluye versos hermosos:

Where long of yore to sleep was laid
The dust of the prophetic Maid

y anuncia la escuela romántica. Los atroces sueños de Balder se refieren a un mito según el cual Frigg, temerosa de la seguridad de su hijo, hizo que todas las criaturas, el fuego, el agua, el hierro, todos los metales, los pajaros y las serpientes juraran que no dañarían a Balder. Este, invulnerable, ideó un juego. Pidió a los dioses que le arrojaran cuanto quisieran, nada lo hería. Loki, dios hermoso y diabólico, tomó forma de mujer y averiguó que una ramita de muérdago había sido juzgada harto joven para prestar juramento. Loki se la entregó a un hermano ciego de Balder; este la arrojó, Balder cayó muerto. «Esa fue la mayor desventura que acontció a los dioses y a los hombres», dice la historia. El sueño de Balder, en el poema, era profético de su fin.
Odín es también el protagonista de la Grimnismal (Canción de Grimir, Canción del Embozado). Odín llega a casa de un rey, que se llama Geirrod; a éste lo han prevenido contra un hechicero, que le dará muerte. Llega Odín, el rey lo sienta entre dos fuegos que arden en la mitad de la sala y pasan ocho noches antes de que uno de los hijos de Geirrod le ofrezca un cuerno para beber. El fuego empieza a quemar la capa de Odín; Odín habla con el fuego, lo hace retroceder, y luego lentamente describe las moradas de los dioses, la configuración del mundo invisible y de los ríos infernales. Después, dice sus nombres; uno es Funesto, otro es Vencedor, otro es Bienvenido, otro es Embozado. El rey no acaba de entender quién es aquel extraño huésped; Odín le dice entonces:
«Veo tu fin. Ygg (el temido) recibirá tu cadáver, herido de espada. Las Parcas tejen tu desdicha; ahora estás viendo a Odín. Acércate si puedes.»
El rey, que estaba sentado en su trono, tenía en las rodillas una espada a medio desenvainar. Se levantó, quiso acometer al dios, tropezó con la espada, la espada lo atravesó.
El tema erótico, ausente de la poesía anglosajona, figura profusamente en la Edda Mayor. Leemos, así, en la sexta estrofa de la Skirnismal o Busca de Skirnir:
«En los prados de Gymir vi caminar a una muchacha que despertó mi amor; sus brazos daban luz al aire y al mar.»
Muchos son los poemas de la Edda que se vinculan a la historia del tesoro de Andvari y a la muerte de Atila.
Thor, dios plebeyo, especie de Hércules popular y colérico que anda por el mundo en un carro tirado por dos chivos o a pie con una canasta al hombro, es el protagonista de la Alvissmal y de la Thrymskvitha. En la primera, un enano quiere casarse con la hija de Thor. La luz del día petrifica a los enanos, acostumbrados a vivir en la oscuridad; el enano es muy sabio, Thor lo demora con preguntas que el enano contesta con profusión y sabiduría, hasta que sale el sol. Hablan de la nube, del viento, del aire, del mar, del fuego, de la selva, de la noche, de la simiente y de la cerveza. Al fin, Thor dice: «Nunca pensé hallar tanta sabiduría en un pecho, pero he conseguido embaucarte. La luz del día mata al enano; ya está brillando el sol en la sala.»
La Thrymskvitha o Cantar de Thrym se titula también La Busca del Hacha. Un gigante, Thrym, ha robado el hacha de Thor y la ha enterrado a ocho millas de profundidad. Sólo la devolverá si la diosa Freyja consiente en desposarse mn él. Thor, aconsejado por Loki, se disfraza de Freya y llega a casa del gigante. Durante la cena de bodas, la novia da cuenta de tres toneles de cerveza, de un buey y ocho salmones; Loki explica que su ansiedad por casarse con el gigante es tan grande que hace ocho noches que no prueba bocado. Al cabo de ocho episodios del mismo tipo, Thor recupera el hacha y apalea a Thrym y a los convidados.

Inicios y Creación.
Un buen lugar con el que empezar es con la parte más antigua del gran poema éddico
"Völuspá" (La Profecía de la Vidente). Ésta data probablemente del año 1000, cuando
Cristo empezaba a ejercer una gran influencia en los asuntos nórdicos. Por ello, el
poema, tal como lo conocemos, puede mostrar la mitología nórdica influida por la
cristiana. Además, el texto del Codex Regius lo muestra en un estado ya mutilado. Hay
obvias lagunas en él y probablemente interpolaciones difícilmente rastreables. El poema
se presenta como la declaración de una "völva" (vidente, sibila) no conocida, ante la
existencia de Valfodr, uno de los muchos nombres de Odín. Él le había pedido que le
contase los antiguos relatos de los hombres, las primeras cosas que podía recordar.
Empezó hablando de sus recuerdos de épocas primigenias, para continuar con
acontecimientos posteriores, aunque muy antiguos y finalmente, siguió con el futuro, el
cual profetizó, presumiblemente ante la inquietud de Odín. Dice del estado más
primitivo del universo:
Fue en tiempos remotos,
cuando nada había,
ni arena ni mar
ni frías olas,
ni tierra
ni altos cielos,
sólo un gran vacío
y nada crecía.
Así pues, cuando nada había y la oscuridad reinaba en todas partes, existía un poderoso
ser llamado Allfather (Padre de Todo), al que imaginaban confusamente tanto no creado
como no visto, y todo lo que él deseaba era aprobado. Era una especie de ser invisible
que había existido desde siempre, y el cual contaba con once nombres más.
En el centro del espacio se encontraba, en el albor del tiempo, un gran abismo llamado
Ginnungagap, la grieta de entre las grietas, la sima grandiosa, cuya profundidad no
alcanzaba a ver ningún ojo y que estaba cubierto en una constante penumbra.
Al norte de este lugar se encontraba un espacio o mundo conocido como Niflheim (el
mundo de la niebla y la oscuridad) en el centro del cual burbujeaba el inagotable manantial Hvergelmir (la caldera hirviente), cuyas aguas abastecían doce grandes
corrientes conocidas como las Elivagar. Como las aguas de estas corrientes fluían
velozmente desde su origen hasta encontrarse con las frías ráfagas de la sima grandiosa
(Ginnungagap), se solidificaban pronto en enormes bloques de hielo, que rodaban hacia
las inconmensurables profundidades del gran abismo con un continuo estruendo
atronador.
Al sur de esta oscura fosa, en dirección opuesta al Niflheim, el reino de la niebla, se
localiza otro mundo conocido como Muspellsheim (el hogar del fuego elemental),
donde todo era calor y luz y cuyas fronteras eran guardadas continuamente por Surtr, el
gigante de la llama. Este gigante blandía ferozmente su reluciente espada, lanzando
continuamente grandes cantidades de chispas, que caían con un silbido sobre los
bloques de hielo en el fondo del abismo, derritiéndolos parcialmente con su calor
incandescente.

Ymir y Audhumla

Las nubes de vapor se elevaban y, al encontrarse de nuevo con el frío, se transformaban
en escarcha, la cual, capa a capa, rellenaba el espacio central. De esta manera, por la
continua acción del frío y el calor, y también debido probablemente a la voluntad de
Allfather, una gigantesca criatura llamada Ymir u Olgelmir (arcilla hirviente), la
personificación del océano congelado, nació entre los bloques de hielo del Ginnungagap
y como fue creado a partir de la escarcha, se le llamó Hrimthurs o el Gigante de Hielo.
Andando a tientas en la oscuridad en busca de alimento, Ymir se encontró con una vaca
gigantesca llamada Audhumla (la alimentadora), que había sido creada de la misma
manera y con los mismos materiales con los que el gigante había sido concebido.
Corriendo hasta ella, Ymir observó con placer que de sus ubres fluían cuatro grandes
arroyos de leche, que le proporcionarían alimento más que suficiente.
Todas sus necesidades fueron satisfechas de esta manera; sin embargo, la vaca,
buscando comida a su vez a su alrededor, comenzó a lamer la sal de un bloque de hielo
cercano con su áspera lengua. Siguió haciendo esto hasta que primero aparecieron los
cabellos, después la cabeza entera de un dios emergió de su helada envoltura y
finalmente Buri (el productor) se vio completamente liberado.
Mientras la vaca se encontraba ocupada de esta manera, Ymir, el gigante, se había
quedado dormido y mientras dormía un hijo y una hija habían nacido de la transpiración
bajo sus axilas y sus pies habían producido el gigante de seis cabezas Thrungelmir, el
cual, poco después de nacer, dio a luz a su vez al gigante Bergelmir, del cual descienden
todos los gigantes malignos helados.

Odín, Vili y Ve.
Cuando los gigantes se dieron cuenta de la existencia del dios Buri y de su hijo Börr
(nacido), al cual había producido inmediatamente, una guerra surgió entre ellos, ya que
al representar dioses y gigantes las fuerzas opuestas del bien y del mal, no cabía la
posibilidad de que pudieran vivir juntos en paz. Naturalmente, la lucha continuó durante
años sin que ningún bando lograra una decidida ventaja, hasta que Börr se casó con la
giganta Bestla, hija de Bolthjorn (la espina del mal); de la pareja nacieron tres
poderosos hijos: Odín (espíritu), Vili (voluntad) y Ve (sagrado). Estos tres hijos se
unieron inmediatamente a su padre en su lucha contra los gigantes de hielo enemigos y
finalmente lograron matar a su rival más devastador, el gran Ymir. Mientras caía sin
vida, la sangre manó de sus heridas en cantidades tan grandes que terminó produciendo
un gran diluvio en el que pareció toda su raza, a excepción de Bergelmir, el cual logró
escapar con su esposa en un bote hasta los confines del mundo.
Allí construyó su morada, llamando al lugar Jötunheim (hogar de los gigantes) y allí
engendró una nueva raza de gigantes de hielo, los cuales heredaron sus aversiones y
continuaron su odio de sangre, estando siempre dispuestos a salir resueltamente de su
desolado país para atacar el territorio de los dioses.
Los dioses, llamados Ases (pilares y soporte del mundo) en la mitología del Norte, tras
haber triunfado sobre sus enemigos y haber terminado de esta manera la guerra,
comenzaron entonces a mirar a su alrededor, con la intención de mejorar el aspecto
desolado de las cosas y moldear un mundo habitable. Tras la debida consideración, los
hijos de Börr arrojaron el enorme cadáver de Ymir al Ginnungagap, poniéndolo en
medio, y comenzaron a crear el mundo a partir de las diversas partes que lo componían.

La Creación de la Tierra.
De su carne moldearon Midgard (el jardín medio), el nombre que se le dio a la Tierra.
Éste se situó en el centro exacto del vasto espacio, y fue cubierto con las cejas de Ymir
como baluartes o murallas. La porción sólida de Midgard fue rodeada con la sangre o el
sudor del gigante, que pasaron a formar el océano, el agua y los mares, mientras que sus
huesos pasaron a constituir las montañas, sus dientes los precipicios y sus cabellos
rizados los árboles y la vegetación.
Bien satisfechos con sus primeros esfuerzos en la creación, los dioses tomaron entonces
la abultada calavera del gigante y la equilibraron diestramente para formar los cielos
abovedados sobre tierra y mar. Después esparcieron sus sesos a través de sus vastas
extensiones para crear de ellos las nubes.
Dice Alto (Odín) citando estrofas del poema de preguntas y respuestas Grímnismál:
De la carne de Ymir se hizo el mundo,
y de su sangre, el mar.
De sus huesos, peñascos; de sus cabellos, árboles;
y de su cráneo, la bóveda celeste.
Y de sus cejas, los dioses geniales
hicieron Midgard para la humanidad.
Y de sus sesos se crearon
todas esas crueles nubes de tormenta.
Para sostener la bóveda celestial, los dioses colocaron a los poderosos enanos Nordri,
Sudri, Austri y Westri en sus cuatro esquinas, ordenándoles que lo sostuvieran sobre sus
hombros. De ellos recibieron los cuatro puntos cardinales sus nombres actuales de
Norte, Sur, Este y Oeste. Para iluminar el mundo creado, los dioses sembraron la
bóveda celestial con chispas procedentes de Muspellsheim, puntos de luz que brillaban
constantemente a través de la oscuridad como estrellas relucientes. Las más luminosas
de estas chispas, sin embargo, se reservaron para la forja del Sol y de la Luna, los cuales
fueron colocados en bellos carros de oro.
Cuando todos los preparativos concluyeron, y los corceles Arvakr (el despertador
temprano) y Alsvin (el marchador veloz) fueron enganchados al carro del Sol, los
dioses, temiendo que los animales pudieran perjudicarse por su proximidad a la ardiente
esfera, colocaron bajo sus crucetas grandes pieles rellenas de aire o alguna sustancia
refrigerante. También forjaron el escudo Svalin (el refrigerante) y lo situaron delante del
carro para protegerles de los rayos directos del Sol, los cuales, de otra manera, podrían
haberles carbonizado a ellos y a la Tierra. De forma similar, el carro de la luna fue
provisto con un ágil corcel llamado Alsvider (el más veloz); sin embargo, no se precisó
de ningún escudo que le protegiera de los ligeros rayos de la Luna.

Mani y Sol.
Los carros estaban preparados, los corceles enganchados e impacientes para comenzar
lo que iba a ser su recorrido diario, pero ¿quién iba a guiarles por el camino correcto?.
Los dioses buscaron a su alrededor y los dos bellos hijos del gigante Mundilfer llamaron
su atención. Él estaba muy orgulloso de sus hijos y les había dado el nombre de las
recién creadas orbes, Mani (la luna) y Sol (el Sol). Sol, la doncella del Sol, era la esposa
de Glaur (el brillo), el cual era probablemente uno de los hijos de Surtr.
Los nombres probaron haber sido otorgados acertadamente, pues el hermano y la
hermana fueron nombrados los encargados de conducir los corceles de sus brillantes
homónimos. Tras recibir los debidos consejos de los dioses, fueron llevados hasta el
cielo y día tras día, cumplieron con sus obligaciones asignadas conduciendo los corceles
a través de los senderos celestiales. Dice así el Hávamál:
Sabed que Mundilfer es el alto
padre de Mani y Sol;
los años pasarán uno tras otro,
mientras ellos marcan los meses y los días.
Después, los dioses convocaron a Nott (noche), una de las hijas de Norvi, uno de los
gigantes y le confiaron el cuidado de un oscuro carro tirado por un corcel negro,
Hrimfaxi (crines de hielo), de cuyas crines ondeantes caía el rocío y la escarcha hasta la
tierra.
La diosa de la noche se había casado en tres ocasiones y con su primer esposo, Naglfari,
había tenido un hijo de nombre Aud; con el segundo, Annar, una hija llamada Jörd
(tierra) y con el tercero, el dios Delliger (amanecer), otro hijo, cuya belleza era sublime
y al cual se le dio el nombre de Dag (día).
Tan pronto como los dioses se percataron de la existencia de este hermoso ser, le
proporcionaron también un carro tirado por el resplandeciente corcel blanco Skinfaxi
(crines brillantes), de cuyas crines resplandecientes rayos de luz brillaban en todas
direcciones, iluminando el mundo y trayendo consigo luz y alegría para todos.

Los Lobos Sköll y Hati.
Pero ya que el mal siempre sigue de cerca los pasos del bien con la intención de
destruirlo, los antiguos habitantes de las regiones del Norte imaginaron que tanto el Sol como la Luna eran perseguidos incesantemente por los fieros lobos llamados Sköll
(repulsión) y Hati (odio), cuyo único objetivo era alcanzar y tragarse a los brillantes
objetos que perseguían, para que el mundo volviera así a estar envuelto en su oscuridad
inicial.
Se decía que a veces, los lobos alcanzaban e intentaban devorar sus presas, produciendo
consiguientemente un eclipse de las brillantes orbes. Entonces, la gente aterrorizada
provocaba un estruendo tan ensordecedor, que los lobos, asustados por el ruido, los
soltaban de sus mandíbulas. Una vez libres de nuevo, Sol y Mani reanudaban su
camino, huyendo con más rapidez que antes, perseguidos velozmente por los
hambrientos monstruos a través de su estela, los cuales esperaban con ansia el momento
en el que sus esfuerzos se vieran recompensados con el fin del mundo. Las naciones del
Norte creían que sus dioses habían emergido de una alianza entre el elemento divino (Börr) y el mortal (Bestla, la giganta), por lo que eran finitos y estaban condenados a
perecer junto al mundo que habían creado.
Mani también estaba acompañado de Hiuki, la Luna creciente, y Bil, la Luna
menguante, dos niños que él había arrebatado de la Tierra, donde un cruel padre los
había obligado a acarrear agua durante toda la noche. Nuestros antepasados creían ver a
estos niños, con sus cubos perfilándose levemente sobre la Luna.
Los dioses no sólo nombraron al Sol, la Luna, el Día y la Noche para señalar el
transcurso del día, pues también asignaron al Atardecer, la Medianoche, la Mañana, el
Amanecer, el Mediodía y la Tarde para que compartieran sus tareas, nombrando al
Verano y al Invierno como los gobernadores de las estaciones, como dirigentes del paso
de los años, hasta el ocaso de los dioses. Verano, desciende directamente de Svasud (el
suave y el encantador). Heredó el carácter gentil de su señor y era amado por todos excepto por Invierno, su mortal enemigo e hijo de Vindsual, el cual era a su vez hijo del
desagradable dios Vasud, personificación de los vientos helados.
Los vientos fríos soplaban continuamente desde el Norte, enfriando toda la Tierra y los
nórdicos creían que eran puestos en movimiento por el gran gigante Hresvelgr (el
devorador de cadáveres), el cual, ataviado con plumas de águila, se sentaba al borde del
extremo norte de los cielos y cuando levantaba sus brazos o alas, frías ráfagas se
creaban y soplaban despiadadamente sobre la faz de la Tierra, destruyéndolo todo con
su aliento helado.

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1 En los idiomas germánicos que tienen géneros gramaticales, la luna es masculina; el sol, femenino. En la Edda Prosaica, se habla de Mani, dios de la luna, y de Sol, diosa del sol. Para Nietzsche la luna es un gato (Kater) que anda sobre las alfombras de estrellas y también, un monje.

Modelo de respuesta para la evaluación de contenidos de Marzo

Hoy los segundos tuvieron la primer evaluación. Todos los últimos martes de cada mes vamos a tener una para revisar si aprendieron los contenidos. A continuación les pongo (por única vez) la prueba con las preguntas contestadas por mí para que comparen qué es lo que hicieron y entiendan qué es lo que espero de ustedes. Les pido que para la semana que viene copien y peguen esta prueba en sus laptops así las leemos en clase.¡Saludos! Laura.

Modelo de evaluación de Lengua y Literatura 2do año. Contenidos de Marzo. T1 y T2

1: Definir
T1: Lengua
T2: Literatura

2: El mito y la leyenda:
T1: ¿En qué se parecen?
T2: ¿En qué se diferencia?

3:¿A qué tipo de palabra se refieren las siguientes clasificaciones? Dé un ejemplo de cada una.
T1:
A: Común
B: De tiempo
C: Intransitivo
D: Calificativo

T2:
A: De tiempo
B: Relacional
C: Abstracto
D: Infinitivo

4) Nombre y dé ejemplos en lo posible de tres recursos poéticos.
T1: Que empiecen con "A"
T2: Que no empiecen con "A"

5) Argumento de Beowulf según Borges.

Respuestas

1
T1: La lengua es un sistema de comunicación dotado de sintaxis, léxico (palabras) y fonología (pronunciación). Por ejemplo, nosotros hablamos la lengua española.
T2: La literatura es la disciplina que rige el leer y el escribir; así como también el corpus de obras cosideradas literarias en una sociedad. Estas obras son valiosas por tener importancia estética.

2
T1: El mito y la leyenda se parecen en que ambos tienen un origen oral, fueron trasmitidos de generación en generación y contienen personajes maravillosos. Ambos, también, nacen espontáneamente como la expresión de una raza o un pueblo. Su origen no puede establecerse con precisión.
T2: El mito y la leyenda se diferencian en lo siguiente: los mitos buscan explicar el origen del mundo mientras que las leyendas buscan relatar una historia con un fin moralizante. Por un lado, los mitos están fuera de la historia, cuando el mundo no tenía la forma actual, y por otro lado, las leyendas se ubican en un tiempo posterior a la creación del mundo.

3
T1:
A: Común: sustantivo común. Ej.: "mesa".
B: De modo: adverbio de modo. Ej: "lentamente".
C: Intransitivo: verbo intransitivo. Ej: "correr".
D: Calificativo: adjetivo calificativo. El: "verde" en "perro verde".

T2:
A: De tiempo: adverbio de tiempo. Ej: "Ayer".
B: Relacional: adjetivo relacional. Ej: "estatal" en "escuela estatal".
C: Abstracto: sustantivo abstracto. Ej: "amor"
D: Infinitivo: verbo no conjugado. Ej: "correr"

4
T1
Aliteración. Repetición de un sonido
Anáfora: Repetición de una palabra al comienzo de versos poéticos seguidos.
Apóstrofe: Recurso en que el poeta se dirige directamente a una segunda persona: tú, vosotros, Ud., Uds.


T2
Epíteto. Adjetivo antepuesto al sustantivo que expresa alguna cualidad inherente del sustantivo; por ser de cierta manera innecesaria, enfatiza el concepto.
Hipérbole. Exageración.
Metáfora. Alusión a una cosa por medio de otra a fin de evitar el nombre cotidiano. Implica un símil en que se suprime el comparativo "como" e incluso el objeto mismo comparado.
5
Hrothgar, un rey de Dinamarca, construye un castillo y un monstruo, Grendel, penetra durante las noches oscuras en la sala del rey para matar y devorar a los guerreros. Beowulf, un héroe, llega al palacio y promete darle muerte. Cuando Grendel aparece, Beowulf le agarra el brazo y no se lo suelta, luchan, y Beowulf se lo arranca. Grendel huye gritando a su ciénaga y muere. La madre de Grendel penetra en la sala, mata a un amigo de Hrothgar y se lleva el brazo del hijo. Beowulf la sigue hasta la ciénaga y en el fondo de la cámara submarina Beowulf combate con ella, la decapita y luego decapita el cuerpo de Grendel. Tiempo después, Beowulf es rey de los geatas; un dragón empieza a desolar el reino. Por lo tanto, el viejo rey va a su caverna para luchar con él. Beowulf lo mata y muere envenenado por una mordedura del monstruo.