martes, 15 de marzo de 2011

Beowulf para leer en clase

Este texto parece largo, pero es para ir leyéndolo a saltos así se dan una idea. No lo dejo en fotocopiadora porque es largo y pueden leerlo de sus máquinas. Copien el texto y tráiganlo en un word así el jueves leemos un poco de poesía germánica. ¡Espero que les guste!


Beowulf
[poema épico anglosajón compuesto ca. 750 DC, conservado en un solo
manuscrito ca. 1000 DC]
traducción de Luis Lerate
texto de la traducción y notas al texto tomados de:
Beowulf y otros poemas antiguos germánicos (s.VII –
VIII). Texto original, traducción, prólogo y notas de
Luis Lerate. Seix Barral, Barcelona, (1974). Serie
Mayor, 23. 304 pp.
[Corregido por Cx. en pasos 1234]
I • GRÉNDEL

64 El ínclito Ródgar buena fortuna12
65 en las guerras tenía y por ello gozoso
66 apoyábale el pueblo: era grande su tropa
67 de jóvenes héroes. Quiso aquel rey
68 que le hicieran los hombres un rico palacio,
69 que le fuese erigida una hermosa mansión
70 —una sala excelente y mayor que ninguna—,
71 para allá repartir entre mozos y ancianos13
72 todos los bienes que obtuvo de Dios,
73 a excepción de la tierra o la vida del pueblo.
74 He oído contar que a lejanas naciones
75 que habitan el mundo mandato les vino
76 de alzar la morada. Acabósele pronto
77 al egregio caudillo —en el plazo fijado—
78 su rica mansión; el nombre de Hérot
79 entonces le puso el de gran poderío.
80 Cumplió su proyecto: regalaba en las fiestas
81 magníficas joyas. Alto y hermoso
82 el palacio se erguía. Respetábanlo aún14
83 las ávidas llamas: fue sólo más tarde
84 que vino a surgir entre el suegro y el yerno
85 —enemigos feroces— el odio de espadas.
Gréndel, enfurecido por los cantos cristianos que allá se recitan, ataca el Hérot.
86 El monstruo maligno, con rabia terrible,
87 allá se irritaba en las torvas tinieblas,
88 día tras día oyendo en la sala
89 el gozoso alboroto, los sones del arpa
90 y el canto del bardo, que bien exponía
91 el origen primero de todas las razas,
92 cómo Dios Poderoso la tierra creó
93 —la dulce campiña que abrazan los mares—,
94 cómo hizo el Eterno el sol y la luna
95 para luz de los hombres que habitan el mundo;
96 a los campos —decía— su adorno les puso
97 de hierbas y ramas, y de vida dotó
98 a los seres diversos que tienen aliento.
99 Los daneses vivieron con mucha alegría
100 en la bella mansión hasta el día en que vino
101 y les hizo quebranto el siniestro enemigo.
102 Llamábase Gréndel aquel espantoso
103 y perverso proscrito: moraba en fangales,
104 en grutas y charcas. Desde tiempos remotos
105 vivía esta fiera entre gente infernal,
106 padeciendo la pena que Dios infligió
14 Vv. 82-5 El palacio sería incendiado años después en ocasión de las luchas entre Ródgar
e Íngeld (cf. vv. 2024-69). El odio de espadas: la guerra.
107 a Caín y a su raza. Castigó duramente
108 el Señor de la Gloria la muerte de Abel,
109 no obtuvo Caín de su hazaña provecho:
110 Dios le exilió y apartó de los hombres.
111 Es de él que descienden los seres malignos,
112 los ogros y silfos y monstruos todos,
113 y también los gigantes que tiempo muy largo
114 al Señor se opusieron. ¡Les dio su castigo! 15
115 Oculto en la noche Gréndel marchó
116 al hermoso palacio, queriendo saber
117 lo que hacían los hombres después de la fiesta.
118 Vio que del sueño los nobles daneses 16
119 allá disfrutaban: nada malo temían,
120 ninguna desgracia. El demonio infernal,
121 dañino y furioso y pronto dispuesto,
122 treinta vasallos con ira y con rabia
123 tomó de sus lechos. Luego escapó,
124 del botín orgulloso, llevando consigo
125 el macabro trofeo a su torva guarida.
Los daneses sufren los ataques de Gréndel durante doce años, impotentes para librarse de él.
126 Cuando el alba llegó, al venir la mañana,
127 el estrago de Gréndel fue descubierto:
128 tras la fiesta se oyeron muy grandes quejidos,
129 lloroso alboroto. El ínclito rey,
130 el egregio señor, se llenó de tristeza;
131 asaltóle el dolor, embargóle la pena,
132 viendo la injuria del mal enemigo,
133 el feroz malhechor. ¡Allá tuvo congoja,
134 muy largo pesar! Poca tregua le dio,
135 pues hízole luego, a la noche siguiente,
136 mayor desafuero: con toda osadía
137 atacó y destruyó. ¡Su maldad le incitaba!
138 Era fácil de hallar un guerrero que lejos
139 tratara de hacerse de un lecho seguro,
140 de cama mejor, cuando fue conocida
141 y por claras señales muy bien comprobada
142 la furia de Gréndel: a salvo se puso,
143 en lugar apartado, quien de él escapó.
144 Contra todo derecho hostigaba a los hombres
145 y vino a ocurrir que quedóse desierta 17
146 la excelsa morada. Aquello duró:
147 doce años seguidos sufrió este ultraje
148 el señor skildingo, su grave infortunio
149 y amargo pesar. En tristes cantos
150 la nueva extendióse y corrió por el mundo;
151 contaban que Gréndel querella con Ródgar
152 tenía de antiguo, que dañábale mucho
153 con odio y maldad desde tiempo lejano,
154 en acoso constante. Él paz no quería
155 con hombre ninguno del pueblo danés
156 ni dejar de matar recibiendo tributo.
157 ¡No cabía contar con brillantes riquezas 18
158 que en pago a las muertes el monstruo entregara!
159 La fiera maligna, la torva criatura,
160 a mozos y ancianos buscaba y seguía,
161 siempre acechante. En eternas tinieblas
162 su ciénaga estaba, mas poco se sabe
163 del sitio que habita su raza infernal.
164 Muchos males traía el que odiaba a los hombres,
165 causaba a menudo el feroz solitario
166 espantoso quebranto. Se adueñaba del Hérot,
167 la sala excelente, las noches oscuras;
168 pero él no venía ante el trono de Ródgar 19
169 —así Dios lo mandaba— ni allá agradecía.
170 Gran infortunio el rey soportaba,
171 doloroso pesar. Se solía reunir
172 en secreto su gente: buscaban remedio,
173 algo que hiciesen los fuertes guerreros
174 que fin le pusiera a tan dura desgracia.
175 A menudo a los dioses en templos paganos 20
176 ofrendas hacían, súplica alzaban,
177 ayuda esperando en su agobio sin fin
178 del que mata las almas. Era tal la costumbre
179 de gentes infieles: sus mentes ponían
189 Al hijo de Halfdan mucho afligía
190 aquel daño constante; no podía el buen rey
191 liberarse del mal. Soportaba su pueblo
192 muy larga congoja, duradero pesar,
193 pues noche tras noche el maligno atacaba.
Beowulf va a Dinamarca para prestarle su ayuda a Ródgar.
194 El acoso de Gréndel a oídos llegó
195 del intrépido gauta, vasallo de Híglak.
196 En fuerza excedía este noble varón
197 a todos los hombres que vivos entonces
198 había en el mundo. Mandóse equipar
199 un viajero del agua: marchar decidió
200 por la senda del cisne en socorro del rey.

Un guerrero danés conduce a Beowulf hasta el Hérot.

325 Fatigados los gautas del largo viaje,
326 sus escudos pusieron —grandes y fuertes—
327 allá en la pared; rechinando las cotas,
328 sentáronse luego. Apiladas y juntas
329 quedaron las lanzas, las varas de fresno
330 con hierro en la punta. ¡Magníficas armas
331 la tropa traía! Preguntóles entonces 31
332 un alto señor de qué sitio venían:
333 "¿De dónde traéis estos bellos escudos,
334 estos grises arneses y yelmos dorados,
335 este acopio de lanzas? Yo soy mensajero
336 y heraldo del rey. A pocos he visto
337 de tierras extrañas con tanta apostura.
338 ¡Bien se me alcanza que os trae ante Ródgar
339 una alta misión, y no triste destierro!"
340 Pronunció sus palabras el héroe famoso;
341 el príncipe wedra, guerrero en su yelmo,
342 así respondió: "En la mesa de Híglak
343 asiento tenemos; yo me llamo Beowulf.
344 Expondré mi proyecto a tu gran soberano,
345 al hijo de Halfdan, al noble señor,
346 si el egregio monarca nos da su permiso
347 y benigno consiente que entremos a verle".
348 Wúlfgar habló —era un noble de Véndel, 32
349 de todos sabido su mucho coraje,
350 su arrojo y prudencia—: "Yo diré tu deseo
351 al caudillo danés, al noble skildingo,
352 al bravo señor dadivoso de anillos,
353 llevaré tu recado al egregio monarca;
354 la respuesta que obtenga del buen soberano
355 luego al momento por mí la sabrás ".
356 Rápido entró donde Ródgar estaba
357 —anciano y canoso— entre nobles vasallos;
358 junto al hombro del rey se detuvo el valiente.


359 ¡Bien en la corte moverse sabía!
360 Wúlfgar le habló a su amigo y señor:
361 "Ha llegado hasta aquí desde tierras remotas,
362 las aguas surcando, una tropa de gautas.
363 Al de rango más alto sus fieles guerreros
364 le llaman Beowulf. Solicitan tener,
365 oh mi amado señor, entrevista contigo.
366 Tu respuesta no sea, oh Ródgar afable,
367 que no les concedes que vengan a tí;
368 en sus cotas de guerra muy dignos parecen
369 de gran atención. ¡Es un buen capitán
370 el que manda a los hombres y aquí los condujo!"
371 Ródgar habló, el monarca skildingo:
372 "Conocí a Beowulf cuando aún era niño.
373 El nombre de Ekto su padre tenía:
374 Rédel el gauta le dio por esposa 33
375 a su única hija. Viene ahora su hijo,
376 animoso, hasta aquí, al amigo buscando.
377 Por la gente de mar que a los gautas llevaba
378 los ricos regalos que yo les hacía
379 nos fue relatado que tiene en su puño
380 este noble varón la fuerza terrible
381 de treinta guerreros. El Dios de la Gloria
382 en su mucha bondad ha dispuesto que venga
383 a la tierra danesa —por cierto lo tengo—
384 a librarnos de Gréndel. ¡Yo al bravo daré
385 por su gran valentía brillantes tesoros!
386 Corre hasta ellos y diles que vengan,
387 que todos acudan aquí con mi gente;
388 hazles saber que les da nuestro pueblo
389 gozosa acogida".
Wúlfgar salió
390 y asomado a la entrada les dio la respuesta:
391 "Deciros me manda mi gran soberano,
392 el egregio señor, que conoce muy bien
393 vuestro noble linaje y gozoso os acoge,
394 oh gente atrevida, viajera del mar.
395 Pasad adelante vistiendo las cotas,
396 llegad ante Ródgar cubiertos con yelmos;
397 aquí aguardarán los escudos de guerra, 34
398 los fieros astiles, en tanto le habláis".

Beowulf le ofrece su ayuda a Ródgar.

399 Levantóse Beowulf con sus muchos guerreros,
400 la tropa valiente. Vigilando las armas
401 algunos quedaron, según lo dispuso.
402 Bajo el techo del Hérot, al héroe siguiendo,
403 marcharon los hombres; el osado avanzó,
404 el bravo en su yelmo, hasta hallarse ante el rey.
405 Hablóle Beowulf —relucía su cota,
406 la malla tejida por hábil herrero—:
407 "¡Te saludo, Ródgar! Yo soy pariente
408 y vasallo de Híglak. Ya de joven logré
409 muy gloriosas hazañas. Noticia me vino
410 en mi tierra natal de tu lucha con Gréndel:
411 de tu sala refiere la gente de mar,
412 de la hermosa morada, que sola se queda
413 y sin hombre ninguno después que se oculta
414 debajo del cielo la luz de la tarde.
415 Entonces mi pueblo —excelentes varones,
416 sabios ancianos— allá me propuso,
417 oh príncipe Ródgar, que a verte viniera.
418 Ellos bien conocían mi fuerza terrible,
419 pues me vieron volver de la fiera batalla 35
420 —de sangre cubierto— en que a cinco atrapé
421 de la raza gigante; monstruos del mar
422 en la noche abatí: con apuro a los wedras
423 vengué del acoso —su mal se labraban—
424 de bestias malignas. Ahora quiero enfrentarme
425 yo solo con Gréndel, acabar con el ogro,
426 el dañino gigante. Una gracia te pido,
427 oh fuerte señor de la gente danesa,
428 rey de skildingos, que no has de negarme,
429 oh noble monarca, buen soberano,
430 habiendo venido hasta aquí de tan lejos:
431 que permitas que yo, con mis bravos tan sólo,
432 de malos peligros el Hérot libere.
433 "He oído decir que el feroz enemigo,
434 en su loca arrogancia, sin armas ataca.
435 Yo también lucharé —de manera que a Híglak,
436 mi noble señor, mi osadía contente—
437 sin ayuda de espada o tampoco de escudo,
438 amarillo broquel: con sólo mi mano
439 entraré con la fiera —un hombre con otro—
440 en mortal desafío. ¡Deberá resignarse
441 al mandato de Dios el que entonces perezca!
442 Sé que si Gréndel me llega a vencer,
443 en la alta morada podrá sin temor
444 devorar a mis gautas, como antes ha hecho
445 con tantos guerreros. No tendrás en verdad 36
446 que cubrir mi cabeza —quedará por completo
447 anegada en mi sangre—, si caigo en la lucha:
448 correrá el solitario a esconder mi cadáver
449 allá donde ufano en su cueva lo engulla
450 y la manche de sangre. No tendrás en verdad
451 que velar mucho tiempo mis restos mortales.
452 Envíale a Híglak si muero en la brega
453 la cota de malla que cubre mi pecho,
454 mi arnés excelente: es herencia de Rédel,
455 una obra de Wéland. ¡Decida el destino!" 37
676 habló con bravura Beowulf el gauta:
677 "Yo no me tengo por poco animoso,
678 por menos osado o valiente que Gréndel;
679 por ello no quiero acabar con el monstruo
680 empuñando mi espada, aunque bien lo pudiera.
681 Él no sabe batirse, carece del arte
682 de hender un escudo, a pesar de que causa
683 tan malas matanzas. ¡Pelea esta noche
684 tendremos sin armas, si él por su parte
685 a tal cosa se atreve! ¡Que Dios Poderoso,
686 el Señor de los Cielos, le dé la victoria
687 a aquel de los dos que mejor le parezca!"
688 Acostóse después el famoso guerrero,
689 reclinó la cabeza; sus heroicos marinos
690 con él en la sala acomodo buscaron.

En marcha se puso
703 el nocturno asesino. Dormían los bravos
704 que en la alta morada montaban la guardia;
705 uno sólo velaba. ¡Bien sabían los hombres
706 que el fiero enemigo a ninguno echaría
707 a las negras tinieblas, que Dios les guardaba!
708 Beowulf, vigilante, a la espera del monstruo,
709 ansiaba el combate con rabia terrible.
Gréndel llega al Hérot y devora a uno de los hombres de Beowulf.
710 Salió de su ciénaga, oculto en las sombras,
711 aquel que la ira de Dios arrastraba:
712 proyecto tenía el cruel malhechor
713 de atrapar a algún hombre en el alto palacio.
714 Caminó por la tierra, marchó a la morada,
715 de techo cubierto con láminas de oro
716 que bien conocía. Ya muchas veces
717 estuvo en la sala del ínclito Ródgar,
718 pero nunca hasta entonces, tampoco después,
719 en ella encontró tan valientes guerreros.
720 El horrible enemigo, el privado de goces,
721 llegó ante la estancia. Con sólo tocarla,
722 en la puerta rompió los forjados cerrojos:
723 ya podía el maligno —era grande su furia—
724 adentrarse en el Hérot. Rápido entonces
725 pisó el pavimento de hermosos colores,
726 con rabia avanzó: tenía en sus ojos
727 un brillo espantoso, igual que de fuego.
728 Vio en el palacio los muchos señores
729 que juntos dormían, la tropa excelente
730 de jóvenes héroes. Alegróse su pecho:
731 la pérfida fiera allá se dispuso
732 a arrancarles a todos antes del alba
733 la vida del cuerpo; pensaba gozar
734 de copioso festín. ¡Imposible le fue
735 devorar a ninguno del género humano
736 después de esa noche! Lo observaba animoso
737 el pariente de Híglak deseando saber
738 cómo iría a atacar con sus garras feroces.
739 Demorarse no quiso el dañino gigante:
740 veloz atrapó, como presa primera,
741 un guerrero dormido. Destrozó al indefenso,
742 en su carne mordió, bebióle su sangre,
743 voraz lo tragó; pronto del todo
744 lo tuvo engullido con manos y pies,
745 el cuerpo sin vida.
Beowulf lucha con Gréndel, que huye herido de muerte tras haber perdido un brazo.
Alargando la mano
746 acercóse después al osado señor
747 que en su lecho yacía, palpó con su garra
748 al heroico Beowulf. Rápido entonces
749 alzóse el valiente dispuesto al ataque.
750 Allá de inmediato quedó convencido
751 el falaz criminal de que nunca en el mundo,
752 jamás en la tierra, con otro topó
753 que tan fuerte agarrara. Terror espantoso
754 le vino en su pecho: con súbita prisa
755 invadióle el deseo de huir al fangal
756 con los malos demonios. ¡Encontróse con algo
757 que nunca hasta entonces allá le ocurriera!
758 El pariente de Híglak pensó en las palabras
759 que dijo esa tarde: apretando con fuerza,
760 en la garra del ogro los dedos rompió.
761 El gigante tiraba, el varón no cedía;
762 el monstruo famoso trataba de huir,
763 procuraba escapar, si posible le fuera,
764 a su ciénaga oculta. ¡Su zarpa notaba
765 en el puño enemigo! ¡Mal en el Hérot
766 le fue en su visita al feroz malhechor!
767 Resonaba la estancia; gran miedo tenía
768 la gente danesa, los bravos señores
769 que el burgo habitaban. ¡Disputábanse ambos
770 con furia terrible el hermoso palacio!
771 Fue gran maravilla que firme la sala
772 aguantase el combate, que en pie resistiese
773 la excelsa morada; pero fuerte la hacían,
774 por dentro y por fuera, tirantes de hierro
775 muy bien trabajados. Abundante destrozo
776 causó entre los bancos que el oro adornaba
777 —así se refiere— la horrible pelea.
778 Nunca pensaron los sabios del pueblo
779 que nadie en el mundo pudiese dañar
780 de tan mala manera la rica mansión,
781 la adornada con cuernos, si no era prendida 55
782 y quemada en las llamas.
Poderoso y extraño
783 se oía un rugido. Era mucho el espanto
784 de todos los hombres del pueblo danés
785 que afuera del muro escuchaban los gritos,
786 el lamento del ogro enemigo de Dios,
787 su canción de derrota, el quejido doliente
788 del ser infernal. Agarrábalo firme
789 el varón cuya fuerza ninguno igualaba
790 de todos los hombres que entonces vivían.
791 Decidido se hallaba el señor de guerreros
792 a hacer que muriese el voraz visitante;
793 no creía que a nadie trajera provecho
794 el que vivo quedase. En torno a Beowulf
795 sus bravos blandían las viejas espadas
796 queriendo salvar de peligro a su jefe,
797 al famoso señor, si posible les fuera.
798 Mas aquellos vasallos de recio coraje,
799 que por todos los lados poníanle acoso
800 al dañino enemigo, no hallaban la forma
801 de herirlo de muerte: al torvo proscrito
802 espada ninguna que hubiese en el mundo,
803 ni el hierro mejor, abatirlo podía,
804 pues él con su magia hechizaba las armas,
805 sus filos de guerra. El destino, no obstante,
806 ordenó que este día su fin le llegase
807 al feroz malhechor y por siempre se hundiera
808 en el reino infernal de los malos demonios.
809 Allá comprendió el que tantas desgracias
810 le había causado con gozo perverso
811 al género humano —oponíase a Dios—
812 que poco su cuerpo aguantarle podría;
813 por la mano atrapado teníalo el bravo,
814 el pariente de Híglak. ¡Cada uno del otro
815 la muerte buscaba! Dolor espantoso
816 el monstruo sintió: ahora en el hombro
817 un hueco mostraba; los tendones saltaron,
818 rompiósele el hueso. Fue de Beowulf
819 la gloriosa victoria. Herido de muerte
820 Gréndel huyó a su ciénaga oculta,
821 a su torva guarida; claramente veía
822 que al término ya de su vida llegaba,
823 al fin de sus días. El fiero combate
824 acabó con las penas del pueblo danés.
825 Salvó de este modo el de lejos llegado,
826 animoso y prudente, la sala de Ródgar,
827 la libró de enemigos. Satisfecho quedó
828 de su hazaña nocturna. El príncipe gauta
829 cumplió su promesa a la gente skildinga,
830 así terminando con todos los males
831 y horribles desgracias que antaño sufrieron,
832 las grandes injurias que mucho agobiaron
833 al pueblo danés. Como claro trofeo,
834 el varón victorioso la mano colgó 56
835 con el brazo y el hombro —completa se hallaba
836 la garra de Gréndel— de la alta techumbre.
Los daneses siguen el rastro de Gréndel. Durante el regreso un bardo canta el heroísmo de
Sigmundo y la maldad de Hérmod.
837 Allá a la mañana —así lo escuché—
838 rodeaba al palacio un enorme gentío;
56 Vv. 834-6 A juzgar por vv. 925 ss., debió colgarla en la fachada exterior del edificio, pues
podía verse desde las gradas que le daban acceso.
839 acudieron señores de lejos o cerca,
840 de todo lugar, para ver el portento,
841 las huellas del monstruo. Ni uno tan sólo
842 su muerte lloró de los muchos varones
843 que el rastro siguieron del poco glorioso;
844 con gran pesadumbre, vencido en la brega,
845 a su charca corrió, a morir condenado,
846 dejando tras sí un reguero de sangre.
847 Rojas hervían las aguas del lago,
848 revolvía y mezclaba el furioso oleaje
849 ardientes coágulos, sangre de guerra.
850 Allá agonizante se había arrojado;
851 murió en su fangal sin contento ninguno
852 y llevóse el infierno su espíritu impío.
853 Se pusieron en marcha los viejos guerreros
854 —los mozos también, en feliz comitiva—;
855 ya volvían del lago en sus vivos corceles
856 los nobles señores. Alabábase mucho
857 el valor de Beowulf; se afirmaba y decía
858 que en todas las tierras que abrazan los mares
859 no había un guerrero ni al norte ni al sur
860 bajo el arco del cielo que fuese mejor,
861 un varón con escudo más digno de un reino.

1346 a mis buenos vasallos, he oído contar
1347 que a menudo veían dos grandes espíritus,
1348 seres malignos, que en torno a las ciénagas
1349 siempre rondaban. De hembra el aspecto
1350 el uno tenía, según lo que ellos
1351 podían juzgar; el otro malvado
1352 vagaba, proscrito, en la forma de un hombre,
1353 si bien su tamaño era mucho mayor.
1354 Desde tiempos remotos llamábale Gréndel
1355 la gente del reino; nada ninguno
1356 del padre sabía, tampoco si a otros
1357 la vida les dio. Ambos habitan
1358 ocultas loberas, riscos al viento,
1359 un hosco fangal donde un río se vierte
1360 cayendo del monte y al pie de las rocas
1361 se hunde en la tierra. No lejos de aquí,
1362 si por millas se mide, se encuentra la charca;
1363 un bosque nevado sobre ella se inclina,
1364 sus ramas colgantes el lago ensombrecen.
1365 Hay allá cada noche espantoso portento:
1366 foguean las aguas. ¡No existe en el mundo
1367 tan sabio varón que su fondo conozca!
1368 Si acosado por canes el rápido ciervo
1369 de cuernos potentes se oculta en el bosque
1370 tras larga carrera, antes se rinde,
1371 se entrega en la orilla, que al lago se arroja
1372 a esconder su cabeza. ¡Mal sitio es aquél!
1373 Allá hasta las nubes oscuro se eleva
1374 el furioso oleaje cuando el viento levanta
1375 maligna tormenta y el aire se espesa
1376 y lloran los cielos. ¡En ti solamente
1377 otra vez confiamos! No conoces aún 98
1378 el horrible paraje en que puedes hallar
1379 a la impía criatura. ¡Ve allá si te atreves!
1380 ¡Yo tu pelea con nuevos regalos
1381 premiarla sabré, con magníficas joyas,
1382 con oro trenzado, si vivo regresas!"
1383 Respondióle Beowulf, el hijo de Ekto:
1384 "¡No te aflijas, oh rey! ¡Más cumple en el hombre
1385 vengar al amigo que mucho llorarlo!
1386 Para todos nosotros un día se acaba
1387 la vida en la tierra, mas antes debemos
1388 cubrirnos de gloria: no hay cosa mejor
1389 para un noble guerrero después de su muerte.
1390 ¡Levántate ahora, oh señor de tu reino!
1391 ¡De la madre de Gréndel el rastro sigamos!
1392 Una cosa te digo: que no escapará
1393 ya se meta en la tierra ya corra a los bosques
1394 al fondo del mar, donde quiera que sea.
1395 ¡Soporta paciente por sólo este día
1396 —así te lo ruego— tu mucho dolor!"

Beowulf lucha en una cueva submarina con la madre de Gréndel y la vence.
1492 Tras estas palabras el príncipe gauta
1493 veloz avanzó; no quiso aguardar
1494 para oír la respuesta. Acogieron las aguas
1495 al noble guerrero, que estuvo nadando
1496 gran parte del día sin dar con el fondo.
1497 Pronto notó la que años cincuenta
1498 llevaba en la ciénaga, fiera en la lucha,
1499 cruel y espantosa, que un ser humano
1500 bajaba a explorar la mansión de los monstruos.
1501 Rápida entonces al hombre atrapó
1502 con sus garras feroces. No pudo dañar
1503 sin embargo su cuerpo: el arnés de combate,
1504 la cota de malla que bien le cubría,
1505 supo impedir que sus uñas le hirieran.
1506 La loba del mar hasta el fondo bajó
1507 arrastrando a su cueva al de buena armadura,
1508 que no conseguía, aunque era atrevido,
1509 valerse del hierro. Las bestias marinas,
1510 horribles serpientes, mordían su cota
1511 en lo hondo del lago, hostigaban al héroe
1512 con dientes voraces.
El osado señor
1513 hallóse después en un torvo aposento
1514 en el cual se encontraba a resguardo del agua:
1515 impedía su techo que al gauta agobiasen
1516 las olas furiosas. Luz a la estancia
1517 le daba una hoguera de llamas brillantes.
1518 Entonces el bravo delante se vio
1519 de la ogresa maligna. Alzó valeroso
1520 su espada de guerra; firme en el puño,
1521 el hierro anillado cantó en su cabeza105
1522 su lúgubre son. Halló sin embargo
1523 que no la dañaba su rayo en la lucha,106
1524 que no la abatía. Al noble en su aprieto
1525 fallóle aquel filo que en tantos combates
1526 los yelmos rajara y las cotas de malla
1527 de gente enemiga. La magnífica pieza
1528 jamás hasta entonces tan mal se portó.
1529 No cedió su coraje, mantúvose firme;
1530 pensaba en su fama el pariente de Híglak:
1531 arrojó sin demora el furioso guerrero
1532 la espada excelente, en el suelo quedó
1533 con su filo temible, y fió en su poder,
1534 el vigor de su puño. ¡Es así como actúa
1535 aquel que en la lucha se quiere ganar
1536 duradero renombre: desprecia su vida!
1537 El príncipe gauta, sin miedo ninguno,
1538 agarró por un hombro a la madre de Gréndel:
1539 con fuerza terrible —era mucha su ira—
1540 hizo que a tierra la egresa cayera.
1541 Ésta, rabiosa, respuesta le dio
1542 atrapando al valiente en sus garras feroces,
1543 y el bravo guerrero, el héroe, cansado,
1544 también, tropezando, al suelo cayó.
1545 Colócesele encima y, sacando una daga
1546 ancha y brillante, trató de vengar
1547 a su único hijo. La cota anillada
1548 que al hombre cubría su vida salvó:
105 V. 1521 Se conservan espadas que tienen en la empuñadura una anilla. Probablemente
servía para fijar una correa que las sujetara a la mano.
106 V. 1523 El rayo en la lucha: la espada.
1549 ni punta ni filo pasarla pudieron.
1550 El hijo de Ekto, el príncipe gauta,
1551 muerto quedara en el fondo del mar
1552 de no haberle guardado su cota de malla,
1553 la recia armadura, y tenido el apoyo
1554 del Dios Celestial; el Sabio Señor
1555 que la Gloria gobierna pronto dispuso
1556 que el héroe de nuevo del suelo se alzara.
1557 Allá vio entre las armas un hierro invencible,107
1558 una espada valiosa y con filo potente,
1559 delicia de un bravo. Era un arma sin tacha,
1560 mas tanto pesaba que nunca otro hombre
1561 —tan sólo Beowulf— manejarla podría:
1562 fue por gigantes la pieza forjada.
1563 El señor de skildingos el hierro excelente 108
1564 y de puño anillado con rabia tomó
1565 y diole con él en el cuello tal golpe
1566 que pudo su hoja a través de la carne
1567 pasarle los huesos. Urgida de muerte,
1568 abatida, cayó. Tuvo Beowulf
1569 —chorreaba su espada— muy gran alegría.
Beowulf le corta la cabeza a Gréndel. Mientras tanto los daneses, creyéndole muerto, regresan
al Hérot. Los gautas permanecen a orillas del lago.
1570 Mucho la luz de la hoguera alumbraba, 109
1571 igual que si arriba enviase sus rayos
1572 el astro del cielo. El vasallo de Híglak,
1573 siguiendo los muros, la estancia exploró.
1574 Todavía con fuerza y teniéndolo en alto
1575 empuñaba su hierro; aún de provecho
1576 al varón le sería. Deseaba impaciente
1577 que Gréndel pagase las muchas injurias
1578 que antaño le hizo a la gente danesa.
1579 Atacó con frecuencia después de aquel día
1580 en que fiera matanza causó entre los hombres,
1581 dormidos, de Ródgar: quince guerreros
1582 del pueblo danés devoró en el palacio
1583 y luego otros quince llevóse consigo,
1584 macabro botín. ¡Ya el héroe furioso
1585 le dio su castigo! A Gréndel ahora
1586 en su lecho encontró, abatido en la brega
1587 y sin vida ninguna después del combate
1588 que en Hérot sostuvo. Allá al enemigo
1589 —feroz revolvióse— golpe terrible
1590 Beowulf le asestó y le cortó la cabeza.
1591 Pronto observaron los bravos guerreros
1592 que arriba con Ródgar miraban el lago
1593 cómo furiosas hervían las aguas,
1594 teñidas de sangre. Los sabios ancianos 111
1595 de blanco cabello entre sí se decían
1596 que ya no esperaban que el héroe volviese,
1597 que no tornaría trayendo victoria
1598 ante el ínclito rey. Muchos pensaron
1599 que supo abatirlo la loba del mar.
1600 La hora nona llegó. Se alejaron del lago 112
1601 los fieros skildingos, regresó con su gente
1602 el amigo del pueblo. Tristes allá
1603 se quedaron los gautas, mirando las aguas;
1604 ya poco esperaban volver a encontrar
1605 a su amado señor.
Comenzó a derretirse
1606 la espada excelente al mancharla la sangre,
1607 el sudor de la guerra. Fue gran maravilla
1608 que así se fundió como el hielo se funde
1609 tan pronto de trabas el Padre lo libra
1610 y desata los ríos, el que rige y gobierna
1611 los cambios del año. ¡Es Dios verdadero!
1612 No tomó de la estancia el príncipe wedra
1613 tesoro ninguno, aunque muchos halló:
1614 la cabeza tan sólo y el puño del hierro,
1615 con joyas labrado; derritióse la hoja,
1616 quemóse el acero. ¡Tanto era caliente
1617 y con tanto veneno la sangre del muerto!
1618 Regresó con premura —hacia arriba nadó—
1619 el que supo vencer en la lucha a los monstruos.
1620 Limpió de enemigos las aguas del lago,
1621 el amplio solar: el torvo proscrito
1622 agotó sobre el mundo su vida terrena.
2199 —el mando en el reino— el de rango mayor.

IV • EL DRAGÓN
Beowulf, rey de los gautas. El tesoro del dragón.
2200 Vino a ocurrir con el paso del tiempo
2201 que Híglak cayó en el duro combate.
2202 Las recias espadas —no obstante su escudo—
2203 muerte le dieron a Hárdred también
2204 cuando guerra le trajo a su pueblo valiente
2205 la tropa rabiosa, la gente skilfmga;
2206 atacaron con furia al sobrino de Hérrik.
2207 Entonces Beowulf el inmenso dominio
2208 en sus manos lo tuvo.
Bien lo había regido
2209 por años cincuenta —ya era un anciano,
2210 un prudente monarca— cuando vino un dragón
2211 a ejercer su poder en las noches oscuras;
2212 su tesoro guardaba en un túmulo alto,
2213 arriba de un risco; allá iba un sendero
2214 a las gentes oculto. Cierto hombre por él
2215 sin embargo avanzó y habiendo encontrado
2216 el tesoro maldito robó con su mano
2217 una pieza labrada. ¡Bien hizo patente
2218 el hurto mañoso —él estaba dormido—
2219 del hábil ladrón! ¡Conocieron las gentes
2220 de aquellos contornos su furia terrible!
2221 El que así lo irritó no hizo su robo
2222 con ánimo bravo y por propio deseo.
2223 Se trataba del siervo de un noble señor
2224 que huía en apuros de golpe y castigo:
2225 el hombre culpable, buscando refugio,
2226 a la gruta llegó. Pronto el intruso
2227 al ver a la sierpe llenóse de espanto,
2228 mas el pobre proscrito ............................
2229 ............................. .................................
2230 ................................... tentando el peligro
2231 una copa robó. En la cueva se hallaban
2232 las grandes riquezas de tiempos antiguos
2233 que allá en otro tiempo un cierto guerrero
2234 había escondido con mucho secreto,
2235 las joyas queridas, la vieja heredad
2236 de su alto linaje. Ya a todos la muerte
2237 atrapados tenía y el único de ellos
2238 que vivo quedaba, aquel que lloraba
2239 a sus nobles parientes, lo mismo pensó:
2240 que ya poco tiempo podría gozar
2241 de su buen patrimonio. El túmulo estaba,
2242 nuevo y dispuesto, en lo alto de un risco
2243 a la orilla del mar, en sitio seguro.
2244 Puso allá dentro el señor de las joyas
2245 el rico legado, las piezas de oro.

2401 Con once guereros el rey de los gautas
2402 marchó enfurecido a buscar al reptil.
2403 Ya bien conocía cuál era el motivo
2404 del odio a su gente; la copa famosa 168
2405 la obtuvo de aquel cuya mano la halló.
2406 Iba en la tropa —era el número trece—
2407 el pobre causante del mal descalabro:
2408 viose obligado —agarrábalo el miedo—
2409 a mostrar el camino. Con poco contento
2410 los vino a llevar donde estaba la tumba
2411 —una cueva en la tierra muy cerca del mar,
2412 de agitadas corrientes— que dentro guardaba
2413 los ricos tesoros. Vigilaba sus joyas
2414 el viejo guardián, la sierpe rabiosa,
2415 en la oculta caverna. ¡En riesgo terrible
2416 poníase el hombre que allá se metía!
2417 Sentóse en la roca el intrépido rey;
2418 despidióse el afable señor de los gautas
2419 del grupo de amigos. Pesaroso se hallaba 169
2420 y dispuesto a la muerte: se acercaba su fin,
2421 se aprestaba el destino a llevarse al anciano,
2422 a privarlo del alma, a quitarle el aliento
2423 y sacarlo del cuerpo. ¡Ya poco estaría
2424 la vida del noble a su carne amarrada!

2510 Así dijo Beowulf atrevidas palabras
2511 por última vez: "Con frecuencia de joven
2512 me expuse en la guerra. De nuevo a mi edad,
2513 ya anciano caudillo, entraré en el combate
2514 a ganarme renombre, si el torvo enemigo
2515 del túmulo sale y conmigo se enfrenta".
2516 Ya para siempre después despidióse
2517 de todos sus hombres, de la tropa querida
2518 equipada con yelmos: "Por la sierpe no iría
2519 con hierro y con armas si sólo supiese
2520 de qué otra manera podría vencer,
2521 como hice con Gréndel, al hosco dragón;
2522 pero ahora me aguardan sus cálidas llamas
2523 y pútrido aliento y por ello me cubro
2524 con cota y escudo. No he de dar ante el monstruo
2525 ni un paso hacia atrás. Nuestra lucha decida
2526 en lo alto del risco el destino que rige
2527 y gobierna a los hombres. Me incita la furia:
2528 demorarme no quiero anunciando su fin.
2529 Mirad desde el monte, oh mis bravos guerreros
2530 con cotas de malla, cual de nosotros
2531 soporta mejor sus mortales heridas
2532 tras este combate. En él poco podríais:
2533 no hay otro varón, sino yo solamente,
2534 que pueda enfrentarse al maligno reptil,
2535 que realice la hazaña. ¡Yo con mi fuerza
2536 ese oro obtendré o en la fiera batalla
2537 que vidas destruye caerá vuestro rey!"
2538 Levantóse el valiente, el señor bajo el yelmo,
2539 tomando su escudo; con sus buenos pertrechos,
2540 fiado en su fuerza, hacia el risco avanzó.
2541 ¡De muy otra manera el cobarde se porta!

Beowulf comienza su lucha con el dragón.
2542 El hombre excelente que antaño se viera
2543 en frecuentes combates, en duros encuentros
2544 de gente de a pie, descubrís en la montaña
2545 la entrada de piedra: por allá de la gruta
2546 salía terrible un ardiente oleaje
2547 de pérfidas llamas. Nadie al tesoro
2548 ni un solo momento acercarse podía
2549 que no lo quemara en su fuego el dragón.
2550 El príncipe gauta furioso se hallaba;
2551 con fuerza arrojó su palabra del pecho,
2552 gritó, valeroso, y su voz resonó,
2553 su llamada de guerra, en la roca grisácea.
2554 Allá hubo combate. Oyó el desafío
2555 el guardián del tesoro. ¡Ya mal a un arreglo
2556 llegarse podía! De la cueva, espantoso,
2557 primero salió el aliento del monstruo,
2558 su cálido fuego: la tierra tronó.
2559 Se guardó de la sierpe el señor de los gautas,
2560 al pie de la peña, elevando su escudo.
2561 Dispuesta a la lucha se hallaba la fiera
2562 de cola enroscada. El bravo monarca
2563 su hierro empuñó, la pieza valiosa
2564 de filo potente. Miedo sintieron,
2565 el uno del otro, los dos enemigos.
2566 El rey de su pueblo detrás del escudo
2567 animoso esperó cuando el torvo reptil
2568 se dispuso al ataque: equipado aguardaba.
2569 La feroz entre llamas reptando corrió 179
2570 a encontrar su destino. Al famoso caudillo
2571 salvóle el escudo la vida y el cuerpo
2572 por tiempo más breve que él se pensaba.
2573 En su vida ésta fue la primera ocasión
2574 en que usó su valor sin que gloria en la lucha
2575 la suerte le diera. El rey de los gautas
2576 el brazo elevó: su espada excelente
2577 cayó sobre el monstruo, mas al filo brillante
2578 detúvolo el hueso; no tanto mordió
2579 como el gran soberano —en apuro se hallaba—
2580 lo hubiese querido. Fue mucha la rabia
2581 del fiero guardián tras el golpe terrible:
2582 su fuego lanzó, las llamas ardientes
2583 muy lejos llegaron. No le cupo victoria
2584 al príncipe gauta; fallóle en la brega
2585 —no así lo debía— su espada valiosa,
2586 su hierro heredado. Poco contento
2587 le daba al famoso hijo de Ekto
2588 tener que partir y dejar este mundo;
2589 aunque no lo quería, buscarse debió
2590 una otra morada. ¡Para todos termina
2591 esta vida terrena!
Los dos enemigos
179 V. 2569-70 Tres asaltos hace el dragón. El segundo comienza en v. 2591 o 2669, el tercero
en v. 2688.
2592 con mucha premura otra vez se atacaron;
2593 el horrible guardián —jadeante su pecho—
2594 furioso avanzó. El rey de su gente,
2595 apresado en las llamas, agobio sufría.
2596 No corrió sin embargo en su ayuda la tropa,
2597 no hicieron con él los intrépidos héroes
2598 un corro aguerrido: huyeron al bosque
2599 en temor de sus vidas. Uno sólo en su pecho
2600 la pena sintió. ¡El que bien considera
2601 no olvida jamás lo que un vínculo exige!
Wíglaf se dispone a ayudar a Beowulf.

Nunca hasta entonces
2626 habíase visto aquel joven vasallo
2627 ayudando a su rey en un duro combate.
2628 Ni su mente dudó ni falló en la pelea
2629 la herencia del padre. ¡Bien la serpiente 182
2630 lo vino a saber cuando allá se encontraron!
2631 Wíglaf habló a los otros diciendo
2632 —enojado se hallaba— furiosas palabras:
2633 "Yo el día recuerdo en que estando en la sala
2634 bebiendo hidromiel juramento prestamos
2635 al gran soberano que anillos nos daba
2636 de estar a su lado si falta le hacía
2637 y pagarle en la lucha las cotas de guerra,
2638 los yelmos y espadas. Por propio deseo
2639 nos quiso elegir para esta jornada
2640 —incitó nuestro brío, estas joyas me dio—
2641 pues él nos tenía por bravos guerreros,
2642 por héroes sin tacha. Sin embargo el caudillo,
2643 el rey de su pueblo, solo y sin nadie
2644 pensaba abordar esta hazaña excelente,
2645 pues más que ninguno su fama ganó
2646 con osadas acciones. Ha llegado el momento
2647 en que mucho al monarca el apoyo le urge
2648 de buenos vasallos. ¡Acudamos al rey!
2649 ¡Prestémosle ayuda! ¡El fuego terrible
2650 y las llamas lo abrasan! Dios es testigo
2651 que yo por mi parte prefiero morir
2652 con mi buen soberano, quemado mi cuerpo.
2653 No será con honor que a la sala volvamos 183
2654 llevando el escudo, si antes no hacemos
2655 que el monstruo perezca y salvamos la vida
2656 del príncipe wedra. He aquí lo que sé:
2657 que jamás mereció el que él solamente
2658 entre todos los gautas su agobio soporte
2659 y caiga en la lucha. ¡Ya juntos estemos
2660 con yelmo y espada, con cota y arnés!"

Wíglaf lucha junto a Beowulf. Entre los dos matan al dragón.
2661 Por la horrible humareda avanzó con el yelmo
2662 a ayudar a su rey. Brevemente le habló:
2663 " ¡Oh querido Beowulf, no dejes de hacer
2664 lo que en tiempo lejano, de joven, juraste:
2665 que nunca en tu vida querrías que en nada
2666 menguase tu fama. ¡Empléate ahora
2667 con toda tu fuerza, oh valiente señor
2668 de gloriosas hazañas! ¡Yo te presto mi apoyo!"
2669 Tras estas palabras el torvo reptil,
2670 la sierpe maligna, entre llamas ardientes
2671 de nuevo atacó buscando con odio
2672 a sus dos enemigos. Destruyeron su escudo
2673 las olas de fuego; al joven vasallo
2674 defensa ninguna su cota le daba
2675 y presto se puso detrás del broquel
2676 de su noble pariente: quemaron el suyo,
2677 del todo, las llamas. Nuevamente el monarca
2678 en su fama pensó: terrible en su brío 184
2679 dio con la espada —era mucha su ira—
2680 en el cráneo del monstruo. Quebróse la Négling,
2681 su hierro a Beowulf le falló en la pelea,
2682 el antiguo y grisáceo. Estaba fijado
2683 que de hoja ninguna pudiera valerse
2684 en un duro combate; era tanta su fuerza
2685 —así se refiere— que nunca una espada
2686 su golpe aguantó cuando el arma valiosa
2687 en la lucha empuñaba: allá las rompía.
2688 Su tercera embestida inició la serpiente,
2689 el dragón fogueante enemigo del pueblo;
2690 cuando tuvo ocasión se lanzó sobre el héroe
2691 con rabia y con llamas: su cuello completo
2692 atrapó entre sus dientes. Cubrióse de sangre,
2693 con fuerza brotó el sudor de la herida. 185
2694 He oído que el noble mostró su coraje 186
2695 ayudando al monarca en el grave peligro;
2696 era un hombre capaz y de espíritu fiero.
2697 No buscó la cabeza; mas él, valeroso, 187
2698 su brazo quemó cuando, al rey asistiendo,
2699 hirió a la serpiente un poco más bajo.
2700 El armado guerrero hasta el puño su hierro,
2701 adornado, clavó y al instante las llamas
2702 allá decrecieron. Sus sentidos el rey
2703 recobró nuevamente y sacando un puñal
2704 que en la cota llevaba, afilado y temible,
2705 el príncipe en dos al reptil dividió.
2706 A la sierpe abatieron, quedóse sin vida;
2707 ambos parientes juntos lograron
2708 que el monstruo cayera. ¡Así debe un vasallo
2709 apoyar a su rey!
Beowulf, mortalmente herido, le pide a Wíglaf que le muestre el tesoro del dragón.
El noble monarca
2710 victoria ninguna después ganaría:
2711 fue su última hazaña. El mordisco fatal
2712 del dragón de la cueva al instante empezó
2713 a quemarle y dolerle: supo el valiente
2714 que horrible en su pecho el dañino veneno
2715 con fuerza corría. El sabio señor
2716 al pie de los muros buscóse un asiento;
2717 admiró la mansión que gigantes hicieran, 188
2718 cómo los arcos en firmes pilares
2719 formaban la sala allá bajo tierra.
2720 Por sus manos entonces el bravo vasallo,
2721 excelente guerrero, con agua lavó
2722 al famoso caudillo —exhaustas sus fuerzas,
2723 cubierto de sangre— y quitóle su yelmo.
2724 Hablóle Beowulf —abundante manaba
2725 su herida mortal. Estaba seguro
2726 que ya se agotaba su tiempo de vida,
2727 su gozo en la tierra; al total de sus días
2728 el fin le llegó, se acercaba su muerte—:
2729 "Ahora a mi hijo podría entregarle
2730 mi arnés de batalla, si algún heredero
2731 me hubiese nacido, algún sucesor
2732 que de mí descendiera. He regido a mi gente
2733 por años cincuenta: nunca un monarca
2734 de tierras vecinas tuvo el valor
2735 de venir a atacarme con armas de guerra,
2736 de hacerme quebranto. En mi reino me estuve
2737 guardando lo mío, apurando mi suerte;
2738 ni buscaba querella ni hacía jamás
2739 juramentos en falso. Ahora por ello
2740 me siento feliz —ya de cierto perezco—,
2741 pues no ha de acusarme de muertes ajenas
2742 el Dios Celestial cuando en mí se separen
2743 la vida y el cuerpo. ¡Oh Wíglaf amado,
2744 corre al momento a la cueva rocosa
2745 a buscar el tesoro, que el torvo enemigo,
2746 de joyas privado, ya duerme su muerte!
2747 Apresúrate mucho y haz que examine
2748 las viejas riquezas, que de cerca contemple
2749 las piedras brillantes: después que las vea
188 Vv. 2717-9 De la guarida del dragón se ha dicho ya que era un túmulo funerario y en éstos
no había en realidad tales arcos ni pilares (cf. 3160-1 n.).
2750 podré confortado marcharme del mundo
2751 y del reino que yo tanto tiempo he tenido".
Wíglaf le lleva a Beowulf parte del tesoro. Beowulf muere.

3101 "Presto vayamos ahora de nuevo
3102 a mirar el tesoro, la gran maravilla
3103 que está en la caverna: yo he de guiaros
3104 de modo que bien y de cerca veáis
3105 los anillos y el oro. Con mucha premura
3106 las andas se hagan: llevaremos en ellas
3107 tan pronto volvamos al noble caudillo,
3108 al amado monarca, allá donde luego
3109 por siempre disfrute de Dios Poderoso".
3110 El hijo de Wistan, fiero en la guerra,
3111 quiso que a muchos su orden llegase,
3112 que los dueños de salas, señores del pueblo,
3113 trajesen la leña a la pira del rey
3114 desde tierras remotas: "Ahora en el fuego
3115 será consumido el egregio varón
3116 que se vio con frecuencia en llovizna de hierros,
3117 cuando nubes de flechas que cuerdas urgían
3118 pasaban por alto del muro de escudos,
3119 el cabo emplumado encauzando a la punta".
3120 Luego el intrépido hijo de Wistan
3121 gente eligió de la tropa del rey,
3122 los siete mejores, y entró con los hombres
3123 —él era el octavo— en la torva guarida;
3124 el que iba delante, guerrero animoso,
3125 llevaba en la mano una antorcha de fuego.
3126 Cuando vieron entonces el rico tesoro
3127 que nadie guardaba y que brillo perdía
3128 escondido en la cueva, no echaron a suertes 204
3129 quién fuera a tomarlo, que todos corrieron
3130 —ninguno dudó— y sacaron afuera
3131 las piezas valiosas. Desde el alto peñasco
3132 arrojaron al mar a la horrible serpiente,
3133 recibieron las aguas al hosco dragón.
3134 Oro trenzado en enorme abundancia
3135 en el carro se puso y llevaron al rey,
3136 al de blanco cabello, a la Punta Ballenas.
Los funerales de Beowulf.
3137 Los gautas entonces allá le erigieron
3138 magnífica pira, como él ordenó,
3139 y de hermosa apariencia: la adornaron con yelmos,
3140 escudos de guerra y brillantes arneses.
3141 En el centro los bravos pusieron con pena
3142 al famoso señor, al amado caudillo.
3143 Altísimas llamas se alzaron después
3144 al prenderse la pira; elevóse del fuego
3145 la negra humareda y se oyó el crepitar
3146 con el llanto mezclado. Cuando el viento cesó
3147 consumido se hallaba, abrasado del todo,
3148 el cadáver del rey. Con ánimo triste
3149 lloraban los hombres al príncipe muerto.
3150 La anciana señora —trenzado el cabello— 205
204 Vv. 3128-9 Esto es, no fue necesario recurrir a un sorteo por falta de voluntarios.
3151 también entonaba en honor de Beowulf
3152 su doliente lamento; sin cesar repetía
3153 que tiempos terribles al reino aguardaban,
3154 crueles matanzas, pavor de enemigos
3155 y vil cautiverio. La humareda acabó.
3156 Luego los wedras un túmulo alto
3157 erigieron arriba, en el gran promontorio,
3158 de lejos visible a la gente de mar:
3159 diez días tomó construirle su tumba
3160 al osado en la guerra. En torno a sus restos 206
3161 alzaron un muro: el trabajo mejor
3162 que supieron hacer muy expertos varones.
3163 Allá colocaron anillos y joyas, 207
3164 las grandes riquezas que habían tomado
3165 los fieros guerreros del rico tesoro;
3166 la antigua heredad a la tierra la dieron
3167 —oro en lo hondo—, que guárdala aún
3168 sin que traiga provecho, ni entonces ni ahora.
3169 Excelentes señores —doce en total— 208
3170 cabalgaron entonces en torno a la tumba
3171 llorando al monarca con triste lamento:
3172 entonaron su canto y hablaron del rey
3173 elogiando su vida, las nobles hazañas
3174 del bravo diciendo. Es justo que el hombre
3175 dedique alabanza a su amigo y señor
3176 y en su pecho lo llore, cuando llega el momento
3177 en que debe alejarse y partir de su cuerpo.
3178 La muerte del príncipe mucho apenó
3179 a los gautas que un día en su sala moraron;
3180 afirmaban que fue de entre todos los reyes
3181 el más apacible y amante del pueblo,
3182 el más amigable y ansioso de gloria.

205 V. 3150 Al parecer se trata de la esposa de Beowulf, la reina gauta. Nada se ha dicho de
ella antes. Su cabello trenzado la caracteriza como de edad avanzada; las jóvenes
solían llevarlo suelto.
206 Vv. 3160-1 En el interior de los túmulos funerarios escandinavos se halla a veces una cámara construida con troncos que alberga las cenizas del difunto y su ajuar.
207 Vv. 3163-5 El tesoro del dragón es colocado en la tumba de Beowulf, aunque él quiso ganarlo para su pueblo (cf. vv. 2794 ss.).

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