lunes, 28 de marzo de 2011

Argumento de Beowulf en Literaturas germánicas medievales

LA GESTA DE BEOWULF

Compuesta en el siglo VIII de nuestra era, la Gesta de Beowulf es el monumento épico más antiguo de las literaturas germánicas. Fue descubierto en 1705 y registrado en un catálogo de manuscritos anglosajones como epopeya de las guerras entre daneses y suecos. Esta definición errónea se debe a las dificultades del lenguaje poético; a principios del siglo XVIII había en Inglaterra eruditos capaces de comprender la prosa anglosajona, pero no de descifrar un poema, escrito en el lenguaje artificial que ya hemos considerado.
Atraído por la mención del catálogo, un erudito danés, Thorkelín, fue a Inglaterra en 1786 para copiar el manuscrito. Veintiún años consagró a estudiarlo, a transcribirlo y a prepararlo, con una traducción latina, para la imprenta. En 1807, la escuadra inglesa atacó a Copenhague, incendió la casa de Thorkelín y destruyó el piadoso fruto de tantos años y de tantos afanes. Encarnada en hombres violentos, en hombres más afines a Beowulf que al editor de Beowulf, la pasión patriótica que había llevado a aquél a Inglaterra se volvía contra él y aniquilaba su trabajo. Thorkelín se sobrepuso a esa desventura y publicó en 1815 la edición príncipe de Beowulf. Esta edición, ahora, casi no tiene otro valor que el de una curiosidad literaria.
Otro danés, el pastor Grundtvig, publicó en 1820 una nueva versión del poema. No había entonces diccionarios de anglosajón, no había gramáticas; Grundtvig lo aprendió a la luz de obras en prosa y del mismo Beowulf. Corrigió el texto publicado por Thorkelín y sugirió enmiendas que fueron confirmadas, después, por el manuscrito original que no llegó a ver, y que provocaron, naturalmente, la ira del viejo editor. Posteriormente, han aparecido muchas versiones alemanas e inglesas; de éstas, son dignas de mención las de Clark Hall y Earle en prosa y la de William Morris en verso.
Excluidos algunos episodios secundarios, la Gesta de Beowulf consta de dos partes, que pueden resumirse como sigue:
Beowulf, príncipe del linaje de los geatas, nación del sur de Suecia que algunos han identificado con los jutos y otros con los godos, llega con su gente a la corte de Hrothgar, que reina en Dinamarca. Hace doce años  doce inviernos, dice el poema  que un demonio de las ciénagas, Grendel, de forma gigantesca y humana, penetra durante las noches oscuras en la sala del rey para matar y devorar a los guerreros. Grendel es de la raza de Caín. Por obra de un encantamiento, es invulnerable a las armas. Beowulf, que en su puño tiene la fuerza de treinta hombres, promete darle muerte y lo espera, desarmado y desnudo, en la oscuridad. Los guerreros duermen; Grendel hace pedazos a uno de ellos, lo devora, huesos y todo, y bebe a grandes tragos la sangre, pero cuando quiere atacar a Beowulf, éste le agarra el brazo y no se lo suelta. Luchan, Beowulf le arranca el brazo, Grendel huye gritando a su ciénaga. Huye para morir; la enorme mano, el brazo y el hombro quedan como trofeo. Esa noche se festeja la victoria, pero la madre de Grendel  «loba del mar, mujer del mar, loba del fondo del mar»  penetra en la sala, mata a un amigo de Hrothgar y se lleva el brazo del hijo. Beowulf sigue por desfiladeros y páramos el rastro de la sangre; al fin llega a la ciénaga. En el agua estancada hay sangre caliente y serpientes y la cabeza del guerrero. Beowulf, armado, se arroja a la ciénaga y nada buena parte del día antes de tocar fondo. En una cámara submarina, sin agua y con una luz inexplicable, Beowulf combate con la bruja, la decapita con una espada monumental que pende del muro y luego decapita el cuerpo de Grendel. La sangre de Grendel quema la hoja de la espada; Beowulf resurge, al fin, de la ciénaga con la empuñadura y con la cabeza. Cuatro hombres llevan la pesada cabeza a la sala real. Así concluye la primera parte del poema.
La segunda ocurre cincuenta años después. Beowulf es rey de los geatas; en su historia entra un dragón que merodea en las noches oscuras. Hace tres siglos que el dragón es guardián de un tesoro; un esclavo fugitivo se esconde en su caverna y se lleva un jarro de oro. El dragón se despierta, nota el robo y resuelve matar al ladrón; a ratos, baja a la caverna y la revisa bien. (Curiosa invención del poeta atribuir al azorado dragón esa inseguridad tan humana.) El dragón empieza a desolar el reino. El viejo rey va a su caverna. Ambos duramente combaten. Beowulf mata al dragón y muere envenenado por una mordedura del monstruo. Lo encierran; doce guerreros cabalgan alrededor del túmulo «y deploran su muerte, lloran al rey, repiten su elegía y celebran su nombre».